Para
acabar con la trilogía china, dedicaré el post de hoy a Pekín (o Beijing, como
se prefiera o dependiendo de cómo se sea de purista, si bien es cierto que la
recomendación de la RAE es la de usar la denominación tradicional consolidada
en castellano: Pekín).
El
viaje es largo, pero recomendable, y el contraste de culturas no te deja
indiferente, para bien en algunos casos, y para mal en otros. Los chinos como
pueblo, tienen sus claroscuros y en una incursión inicial, percibes más oscuros
que claros, pero no hay que asustarse: lo mejor está por descubrir.
Detalle de la Muralla China en invierno |
Urbe monumental que carga con el peso de la tradición ancestral de sus dinastías imperiales, caótica ciudad con kilómetros y kilómetros de asfalto, trafico infernal, coches de alta gama y bicis de tercera, taxis huidizos, restaurantes de primera y también de última, paraíso de dim sums, parques domingueros con frenética actividad cultural, hútòngs en vía de extinción, boutiques de lujo versus bolsos de imitación y Converse de tangui, modernos con estrambóticos peinados a la última moda china, … eso es Pekín.
El
Pekín más urbano, al Pekín del día a día, es una ciudad que va despertando,
tímidamente aunque con paso firme, de ese letargo anclado en la tradición para
entregarse a la efervescencia de una sociedad moderna con tintes occidentales. Como
ya comenté en un post anterior dedicado en exclusiva, el distrito 798, espacio
cultural multidisciplinar que es visita obligada, representa esa efervescencia
a la que aludo.
Detalle de Hútong |
Detalle parque y niña con cometa |
El Pekín más tradicional y monumental es que hará las delicias del viaje: la Ciudad Prohibida, donde encontraréis, sorprendentemente, más turismo nacional que internacional, y donde podréis descubrir las raíces de esa ciudad y de su cultura milenaria pese al encanto que resta al entorno la masificación de turistas; el Templo del Cielo, para disfrutar de su esencia arquitectónica; la Muralla China (preciosas vistas en primavera y espectacular el recorrido en invierno, aunque más incómodo por la nieve), destino que no puedes dejar fuera de tu itinerario por corta que sea tu estancia en Pekín. Puntualizar que la excursión a la parte de la muralla transitable os llevará prácticamente un día incluyendo el desplazamiento y que los planes para esa noche deberían ser light puesto que no acabaréis con ganas más que de un buen y relajante masaje.
La
caligrafía china, los rituales del té y la ceremoniosa cena para degustar el
famosísimo pato laqueado pequinés, ponen la guinda al recorrido por el Pekín
tradicional.
Las chicas viajeras |
Una chica viajera Hasta el próximo post! |